Decía San Juan de la Cruz, “buscando mis amores iré por esos montes y riberas, ni cogeré las flores ni temeré a las fieras y pasaré los fuertes y fronteras”.
Sin duda, más allá de lo estrictamente religioso, desde aquí, desde lo eminentemente práctico, él buscaba el sentido. Aquello que algunos caminantes buscan después de tanto o de tan intenso trecho andado; la búsqueda del sentido.
Y en esta búsqueda, agotado, ya no busques resultado; sólo actúa por pura espontaneidad del devenir del Mundo a tu alrededor. Caminante extasiado; ríndete, entrégate y deshaz el nudo... Dejarse hacer haciendo en cada momento lo que circunstancial y naturalmente ha de ser hecho... Deshaz el nudo... y en esta búsqueda, ya no busques resultado. Dejarse hacer sin dejar de hacer; hacer sin intención, sin buscar el resultado... Deshaz el nudo y estate dispuesto a caer y caer... no hay suelo... no habrá golpe... sólo los brazos amorosos del Vacío, los brazos amorosos del Sentido, los brazos amorosos del Amado.
Sin duda, más allá de lo estrictamente religioso, desde aquí, desde lo eminentemente práctico, él buscaba el sentido. Aquello que algunos caminantes buscan después de tanto o de tan intenso trecho andado; la búsqueda del sentido.
Y en esta búsqueda, agotado, ya no busques resultado; sólo actúa por pura espontaneidad del devenir del Mundo a tu alrededor. Caminante extasiado; ríndete, entrégate y deshaz el nudo... Dejarse hacer haciendo en cada momento lo que circunstancial y naturalmente ha de ser hecho... Deshaz el nudo... y en esta búsqueda, ya no busques resultado. Dejarse hacer sin dejar de hacer; hacer sin intención, sin buscar el resultado... Deshaz el nudo y estate dispuesto a caer y caer... no hay suelo... no habrá golpe... sólo los brazos amorosos del Vacío, los brazos amorosos del Sentido, los brazos amorosos del Amado.
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