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8 dic 2011

Kant y el sentido de la Historia

  Es interesante la visión que Kant tiene de la Historia; el modo en que la percibe, hablándonos en repetidas ocasiones acerca de la dinámica y propósito ocultos de la Historia de la Humanidad.
 
  Así, para esclarecer las fuerzas y finalidad ocultos de la Historia, Kant, mediante su particular observación del mundo, nos ofrece dos premisas básicas que habrán de ser el hilo conductor de toda su teoría.
La primera, establece que todo ser vivo está creado por la madre Naturaleza de manera que su tendencia “natural” es la de desarrollar su máximo potencial. El hombre, como ser vivo consciente de sí está, además, codificado para desplegar su máximo potencial, a través de esta autoconciencia de la que carecen el resto de animales.
La segunda premisa, presenta a la Naturaleza como un todo orgánico de carácter teleológico -o con un fin establecido- que bien podría determinarse como el Espíritu del Mundo en movimiento hacia una meta dada de antemano.
En la combinación de estás dos ideas fundamentales, Kant, nos presenta una especie de desarrollo filogénico del Hombre como especie, que se lleva a cabo a través de la Historia.
 
  Como señalábamos, el Homo Sapiens, a diferencia del resto de animales, es autoconsciente, y será esta conciencia de sí la que lo posibilite para evolucionar desde su brutalidad animal instintiva, plenamente libre y egoísta, hacia desarrollar su máxima capacidad, en tanto que Ser Humano, en el despliegue de su potencial capacidad de raciocinio, que frenará su instinto, libertad individual y egoísmo, en favor de una colectividad social que adquiera la forma de Estado civil; cuyo desarrollo culminará, según el propio Kant, en la asociación de los Estados civiles en el gran Estado Cosmopolita.

   Continúa diciendo Kant, que dicho potencial Racional, por su complejidad, no podrá ser plenamente actualizado por medio de una sola generación de individuos; así que serán necesarias innumerables generaciones de éstos para desplegar toda esta Racionalidad latente en el Hombre. Y esto lo hará a través del trascurso de la Historia. La Historia en sí, desde el punto de vista kantiano, no sería otra cosa que el doloroso parto de la Naturaleza o Espíritu del Mundo, que traerá a este mundo manifiesto a la Razón Pura, a través de los Hombres.
  
  Añade que este desarrollo filogénico que implica la Historia del Hombre, se lleva a cabo mediante continuas fuerzas de tensión que se dan entre, por un lado, su tendencia natural hacia su animalidad instintiva, plenamente libre y egoísta, que tanto daño infringe al propio Hombre, y por otro lado, su necesidad de superar tanto conflicto dañino para sí mismo, mediante la cuartación de la propia libertad en favor de la de los demás y por medio de la creación de asociaciones de carácter social. Y así, una y otra vez, deambulando entre procesos de creación y posterior destrucción (mediante los diversos enfrentamientos bélicos, alianzas y otros) para, posteriormente, crear nuevas asociaciones cada vez más acordes con el fin que le es propio a la Naturaleza hasta desembocar en la asociación autosuficiente, plenamente regida por la legislación civil, a la que todo ciudadano se someterá por voluntad propia; culminando, finalmente, como decíamos, en la asociación de Estados civiles en el Gran Estado Cosmopolita.

  Todos estos procesos de destrucción de órdenes sociales y creación de otros nuevos, mediante las fuerzas antagónicas y complementarias fundamentales (individualismo Vs sociabilidad), son la Historia, que a su vez es las huellas visibles de la Naturaleza o Espíritu del Mundo en movimiento hacia su fin último, que consiste en el despliegue de la Razón en el Mundo manifiesto, a través del propio Hombre.
 
  Termina, Kant, diciendo, que la Filosofía está en condiciones de intuir este fin oculto de la Naturaleza a través de la Historia y, en consecuencia, elucubrar acerca del futuro y posible Estado cosmopolita que habrá de ser la finalidad del Hombre en este mundo.

    La Historia del siglo XXI, la globalización no sólo económica y técnica, sino también política y cultural, nos desvela que puede que Kant no andara mal encaminado y nos hayemos inmersos en el proceso que describe.

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