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26 mar 2013

Arte marcial es Zen en movimiento

    Miyamoto Musachi, legendario samurai, discípulo de Takuan (célebre en el Zen y en el arte del sable), empleó la expresión “Fudochi” para referirse al estado de maestría común en todas las artes marciales japonesas, tales como la lucha con sable (kendo), el tiro con arco (kyudo), el judo, el aikido, el karatedo… Fudochi es, en realidad, lo que convierte a todas estas prácticas físicas en “artes marciales”. Hasta que dicho estado se realiza en cada practicante, las diferentes disciplinas no dejan de ser meras técnicas o jitsu.

    Si desglosamos el término Fudochi, tendremos que; Fu: Al principio de una frase marca la “negación”, Do: Aquí, la acepción no es “Vía”, como es habitual en las denominaciones de las diversas artes marciales, sino “movimiento” y Chi: Significa “sabiduría”. La expresión haría referencia, por tanto, a “La Sabiduría Inmóvil” (en palabras del Maestro Zen, Taisen Desimaru) o al Conocimiento que nace del estado de atenta quietud interior.

    En kumite (combate) o en las katas (técnicas individuales encadenadas preestablecidas), obviamente, hay movimiento; éste es la acción mecánica del cuerpo.
Pero en el Maestro instalado en el estado de fudochi, este movimiento o acción mecánica del cuerpo es no pensado o inconsciente e instantáneo, pues se gesta, no desde la decisión mental de ejecutarlo, la cual implica movimiento (mental), sino desde la mencionada sabiduría inmóvil, que es la quietud atenta interior en que la Pura Conciencia Luminosa y Estática se manifiesta (Shin). Entonces, es esta Pura Consciencia Inmóvil o "espíritu que se es" o Shin, y no la mente ordinaria, la que se expresa a través del movimiento del cuerpo. Esta comunicación entre espíritu y cuerpo es en realidad instantánea (sin movimiento de desplazamiento de uno a otro), pues, como se comprende cuando se reconoce fudochi, ambos son no distintos.
En las artes marciales tradicionales se dice: “Cuando el espíritu es, el gesto aparece”. Cuando se ha interiorizado previamente la técnica por medio de la repetición continuada de ésta (mínimo cinco años de práctica) y la conciencia inmóvil y atenta es -esto es, se ha actualizado el estado interior de fudochi mediante el cultivo de la atención durante la práctica- se produce, entonces, instantánea e inconscientemente, la técnica justa y apropiada a cada instante.

    La experiencia de fudochi nos revela, además, que cuando el espíritu o la pura consciencia atenta inmóvil es, el “yo mental” o “yo psicológico” en continuo movimiento deja, entonces, de ser; no hay ya un “yo” frente a un "otro", un yo que piensa que pelea, que piensa acerca de cómo tiene que pelear, que piensa que puede ganar o perder, que piensa que ha ganado o perdido una vez terminado el combate... Sin actividad discriminativa de la mente, mente/cuerpo/movimiento/adversario y yo mismo son no diferentes.

    El reconocimiento del estado de fudochi, dentro de uno mismo, mientras practicamos, es la verdadera maestría en las artes marciales y lo que las convierte en tales.

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