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23 may 2015

¿Zen para todos?

   Dice el maestro, Pedro Vidal: "el zen está hecho para todos, pero no todos están hechos para el zen".

   Esta práctica, la práctica del zen, en un primer momento, va dirigida hacia aquietar la mente. Para, finalmente, ver las cosas con "claridad". ¿Qué es ver las cosas con "claridad"?... Hay que tener la "experiencia". Pero podría decirse que tiene que ver con no teñir el mundo de "subjetividad" personal, a través de "lo que se piensa y se siente". Y hacerlo, además, de forma espontánea, sin esfuerzo. Para ello, practicamos zazen. Se trata, por tanto, de ver las cosas, las de dentro y las de fuera, "tal como son". Y "tal como son", básicamente, es lo que queda cuando, naturalmente y sin coerción alguna, no se emite "juicio” o "visión particular" sobre ellas.

   Pero hay gente que no tiene ningún problema con sus "pensamientos" y sus "juicios". Les gusta "pensar", "juzgar", y se sienten, se podría decir, cómodos en dicha actividad. Presentan un ego más o menos estable en el que se encuentran más o menos a gusto. Ellos no están hechos para el zen. No tiene sentido tratar de cambiar lo que se considera que no ha de ser cambiado.
Están, también, los que sueñan, fantasean, con alcanzar la "iluminación". Secretamente, se imaginan a sí mismos en un estadio sobrenatural, como líderes espirituales que habrán de guiar a las personas. Una especie de "ego espiritual" les guía. Y a este fin, al que consideran haber sido llamados, dedican toneladas de meditación y prácticas derivadas. Éstos tampoco están hechos para el zen.
Sin embargo, hay personas que no tienen interés en ser sobrenaturales, ni guías de nada ni de nadie; pero que empiezan a sentirse cansadas de estar todo el día “pensando", en una especie de estar de continuo "trajinando por dentro"; cavilando, abismados, ensimismados, rumiando mentalmente... run, run... run, run... con toda la gama de exaltadas emociones que ello conlleva. Circunstancia que, finalmente, les resulta agotadora. La cabeza pareciera que se sobrecalentara, el cuerpo se tensa; como si se viviera dentro de una hoya exprés. Percatándose, finalmente, de como, debido a lo que se piensa, uno oscila dentro de una especie de círculo vicioso. Deambulando entre la alegría y la angustia, y sus derivados. Haciéndolo ininterrumpidamente, en una espiral desvitalizante sin fin (los budistas usarían el símil de una rueda girando sobre su eje; la "rueda del samsara"). Y ya confundidos y cansados, no encuentran su lugar en el mundo. A partir de este momento, la crisis existencial cobra vida haciendo del Hombre su morada. Y algunas personas, de alguna manera, empiezan a sentir, intuitivamente, la necesidad de "dejar de pensar"; al menos, aunque sólo sea por un momento. Para así, descansar, aunque sea momentáneamente, de sus agotadoras vidas construidas a base de pensamientos desmedidos y emociones desbordadas. Ellos están hechos para el zen. Suyo es por derecho propio.... Y es que, dice un proverbio zen, "a gran confusión gran iluminación". Así, dijo Jesucristo, "los últimos serán los primeros". Vislumbrando que no hay iluminación real sin previa "noche oscura" (parafraseando a San Juan de la Cruz).

4 comentarios:

  1. si dos tercios de las personas no son para el zen, arrojemos el zen a la basura

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    1. Si el Zen es válido solo para una persona. entonces ya tiene todo su valor.

      Alabado sea :)

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  2. “El zen está hecho para todos, pero no todos están hechos para el zen”

    No ha tenido usted en cuenta la primera parte de la sentencia: “el zen está hecho para todos”. Esto es que todas las personas tienen dentro de sí el potencial de aprovechar la práctica de zazen, si se sientan en el zafú con “la actitud adecuada y elaborando las preguntas adecuadas”. De lo contrario, nuestro zen será algo “impostado”; mero “postureo” -intelectual, en unos casos, espiritual, en otros- que oscila con las modas. No distinto, por ejemplo, de vestirse un lujoso traje y salir a la calle a lucirlo.

    Ésta es, por tanto, la condición sine qua non, para que esta práctica de fruto real en cada persona; sentarse con la actitrud adecuada, elaborando las preguntas adecuadas. Pero si, aún así, a usted sigue sin gustarle el zen, realmente, puede limpiarse el trasero con él. Usted seguirá siendo quien es y el zen seguirá siendo lo que es ; )

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  3. ay, dios, ahora caigo en cuenta que ni siquiera podemos limpiarnos el trasero con él :o

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