Hay personas que al paso por la
vida llenan su espacio de acciones desinteresadas repletas de entrega. Cuando
nos abandonan, la inercia de sus actos generan una suerte de ola de amor que se
hace tanto más intensa cuanto más repentina es su partida. Entonces, otros que
son bañados por este impulso amoroso toman el testigo. Con la persona querida ya
sólo en la memoria, impregnados del amor que sus obras irradiaron, continúan la
labor. Así, la corriente de amor continúa. Pasando de una persona a otra o de
una persona a otras, el flujo amoroso se dirije hacia el momento en que haya
tantas corrientes de amor en el mundo que, enlazándose unas a otras, hagan de
éste un espacio en el que el amor pese mucho más que el miedo y la Luz,
finalmente, inunde la oscuridad.
Madre, tú has formado parte de
este proyecto y a tu paso por la vida has
prendido una llama de amor que ya nunca se apagará.
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