Veo a Hombres que diciendo practicar Zen se
pierden en la literalidad de las palabras. Tratando de comprender los textos
clásicos como quien trata de comprender la física cuántica. Devanándose los
sesos. Sacando conclusiones. Elaborando filosofías. Asumiéndolas como dogmas...
Para, finalmente, decirse con secreto orgullo: “yo he comprendido”.
El zazen que no induce el vaciado lúcido de
toda “idea” no es Zen. Los textos de los Maestros no son Zen, sino sólo
indicadores que apuntan hacia la experiencia del Zen….. ese instante que no cesa;
océano de luz no-usada… Yo soy eso… siempre el mismo; siempre nuevo… sin
esfuerzo todo se realiza….. ¿cómo comprender esto? ¿cómo representar con la
mente lo que no es de la mente?
En relación al modo en que estos pseudopracticantes abordan los textos escritos por los Maestros del Zen bien valdría decir que son, apelando a un dicho común en esta doctrina, como aquéllos que se quedan absortos mirando al dedo cuando el maestro les señala a la luna.
Ese es un peligro del zen actual, a pesar de sus principios, sus escritos se han vuelto excesivamente atractivos para el intelecto. ¡Qué paradoja de la doctrina que afirmaba enseñar más allá de las escrituras!
ResponderEliminarAhora existe toda una tipología de zenistas-dialécticos. Expertos en mondos pseudo-taoistas de dudosa utilidad... siendo generosos... :)